Revista Cayey - Universidad de Puerto Rico Homenaje a Salvador Tió
Bilingüismo… ser bilingüe de verdad, planteaba mi padre, consiste en dominar dos lenguas, que pueden estar juntas, pero no se mezclan para chocar y disminuirse entre sí, deben servir para fertilizarse, no para desfigurarse y encapsularse, que es en lo que acabaría con el tiempo, convertidas en un dialecto, en un español destartalado. Porque cuando mi padre decía que no se deben mezclar, lo decía tanto por los anglicismos innecesarios, como por la mezcla de vocablos usados indiscriminadamente. No por dos personas que dominando ambas lenguas, puedan moverse con facilidad y cambiar de una a otra.
No creía en la idea positivista, donde todo es neutral y pueden registrarse todos los fenómenos lingüísticos y no se pueden pasar juicio sobre ello, porque todo está permitido, y todo cambia, y hay que dejarlo a lo que salga, es una teoría ampliamente derrotada por los lingüistas. Sí, todo cambia, pero hay algo que permanece constante y es la lengua, por eso lo seguimos hablando por generaciones y mis nietos y los hijos de sus nietos seguirán hablando la lengua de sus tatarabuelos. El árbol de mangó se puede transformar con el tiempo, pero no va a cambiar para ser un árbol de pera.
No concibo ninguna gran literatura, ni país que se respete a sí mismo y tenga orgullo de lo que es, que su misión sea graduar en escuelas y universidades ciudadanos y profesionales que salgan hablando medias lenguas. La prueba: ¿creen que a Francia se le ocurre preparar profesionales exitosos que salgan escribiendo y hablando franglais, o que Estados Unidos en sus universidades gradúe a norteamericanos para que salgan hablando inglañol? Eso sólo se le ocurre a los colonizados.
Recuerdo que hace unos años unas compañías americanas fueron a buscar a Miami personas bilingües, para que fueran a trabajar en sus sucursales en Latinoamérica, y los tuvieron que devolver, no podían redactar una carta, ni hablar con fluidez el español. Tuvieron que venir a buscarlos en Puerto Rico, porque hablábamos buen español y teníamos el inglés como segundo idioma. Sería irresponsable dañar y desfigurar la lengua materna y quedar inservibles a los dos mundos, el daño es tanto económico, como espiritual.
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